La estereopsis consiste en el fenómeno de percibir un objeto en relieve o en tres dimensiones. Gracias a que cada uno de los ojos de los humanos dispone de una perspectiva diferente al objeto al que estamos mirando, las imágenes que percibimos se proyectan de forma dispar en la retina de cada ojo y se recomponen en el cerebro, consiguiendo de esa manera la sensación de profundidad.
El óptico-optometrista, a través de una serie de técnicas y exámenes visuales, es el encargado de detectar alteraciones que se perciban en la visión estereoscópica de las personas. Estas alteraciones suelen venir dadas por problemas de visión en uno de los ojos o por disfunciones binoculares, por lo que no todas las personas poseen la misma capacidad de convertir la información que recibimos de cada ojo en una imagen tridimensional. De hecho, alrededor del 5% de la población mundial presenta problemas en la fusión de las imágenes captadas por cada ojo.
La figura de este profesional de la visión goza de gran importancia en este aspecto, porque la mayoría de las acciones que realizamos en la vida cotidiana tienen una estrecha relación con la visión estereoscópica, una habilidad fundamental en muchas actividades. Quizás, una de las más significativas sea la conducción, situación en la que resulta primordial calcular adecuadamente las distancias. Una mala estereopsis afectará también en el trabajo, especialmente en aquellas profesiones que requieren una buena visión de cerca. A otro nivel, también es importante en el deporte y, hoy en día, en todo lo referente a pantallas en 3D, videojuegos y películas.