Existen casos en que las alteraciones en la visión no pueden ser compensadas totalmente con métodos de corrección como gafas o lentes de contacto por determinadas razones, haciendo necesaria una evaluación del óptico-optometrista para analizar y destacar el método adecuado para que la persona supere esa deficiencia.
Uno de estos casos corresponde a la existencia de una capacidad acomodativa insuficiente de origen funcional. Suelen cursar con episodios mantenidos u ocasionales de visión borrosa en visión próxima y/o lejos y no relacionados directamente con un defecto refractivo no compensado, pérdidas de transparencia o patologías. Otros síntomas en actividades de cerca pueden ser:
- Ojos enrojecidos o cansados después de realizar el trabajo.
- Dolores de cabeza cuando lee o escribe.
- Parpadea excesivamente.
- Fatiga visual y/o abandono de la tarea.
- Problemas de sostenimiento de la atención.
Aunque esta anomalía visual se manifiesta en personas de cualquier edad, su temprana detección y compensación adquiere una vital importancia en niños y adolescentes, ya que si no se soluciona a tiempo, puede ocasionar un bajo rendimiento escolar.
Esta disfunción suele manifestarse mediante cefaleas, fatiga visual, falta de comprensión lectora o visión doble, entre otros. Para reducir la aparición de estos síntomas entra en juego la terapia visual. En las diferentes sesiones y a través de una serie de ejercicios, el óptico-optometrista educa a la población haciendo que modifique su comportamiento visual mediante el aprendizaje de nuevos esquemas que permiten estimular e incrementar la amplitud de acomodación, así como la velocidad y flexibilidad de la respuesta acomodativa. Con esto se eliminan conductas inadecuadas y se favorece una mejora progresiva de la visión.