Progresivos: Origen y desarrollo


I. Las primeras lentes ópticas progresivas se remontan a principios del siglo XX en Inglaterra donde Owen Ares en 1904 consiguió fabricar un prototipo y patentar su idea, pero no fue hasta mediados de siglo cuando se empezaron a desarrollar más extensamente gracias a las patentes francesas de Bernad Maitenaz que fue comercializada por Essel Optical en 1959.

Fuente

Estas primeras lentes se realizaban con sistemas de tallado de curvas muy básicas que inducían importantes aberraciones y distorsiones cuando se miraba lateral e inferiormente.

II. En la década de los 60 se introdujo el concepto “asimétrico”, es decir, diferente diseño de la progresión de graduación para el ojo derecho y el ojo izquierdo que mejoró algo la calidad de visión lateral.

Fuente

III. En la década de los 70 se presentaron muchas novedades por parte de diversos fabricantes que lograron aumentar la aceptación de las gafas progresivas mediante la mejora de la visión binocular (coordinación de la visión de los dos ojos), la reducción de las distorsiones en visión periférica y la distribución controlada de las aberraciones inferiores a zonas de las lentes menos molestas.

IV. Fue en la década de los 80 cuando se realiza el primer gran salto con el desarrollo de los progresivos multi-diseño. Se abandona el diseño de progresión único y se apuesta por realizar un diseño específico para cada tipo de presbicia o vista cansada con lo que se mantenía constante y ampliado el campo visual para la visión de cerca.

V. En la década de los 90 gracias a la observación del comportamiento de los usuarios y de los avances en tecnología de fabricación y de los cálculos de superficies se pudo acortar la longitud de progresión (distancia entre el centro óptico para lejos y el centro óptico para cerca) colocando la zona de cerca en un posicionamiento más cómodo y, por tanto, mejorando y reduciendo las incómodas aberraciones periféricas.

VI. Con el inicio del nuevo milenio (2000) las investigaciones y los avances se dispararon logrando una fácil y rápida adaptación, mejoras en la visión periférica y binocular, reducción de los efectos de balanceo (inestabilidad visual al caminar o bajar escaleras) y la ampliación de agudeza plena en las zonas intermedia y de cerca a través de mejoras como descentramientos en función de la prescripción, longitudes de progresión a medida, redistribución de los efectos prismáticos y distribución de la superficie progresiva en la cara anterior y posterior de la lente.

Fuente

VII. Además, en la última década, las innumerables innovaciones tecnológicas y los nuevos sistemas de tallado digitales que trabajan a través de software de cálculo de diseños individuales (FreeForm) han permitido mejorar la calidad de terminación de toda la superficie de las lentes maximizando la calidad de la agudeza visual en todo el campo visual y fabricar lentes “a medida” de cada usuario con la incorporación de datos personales fisonómicos, de comportamiento o de estilo de vida que nos proporcionan una visión natural a todas las distancias.