Las lentes de contacto (LC), popularmente conocidas como lentillas, son elementos ópticos sanitarios que actúan en íntima relación con la córnea flotando sobre ella, insertadas en la capa lagrimal. Las lentes de contacto representan un concepto diferente en lo que respecta al tratamiento de las anomalías visuales en comparación con las lentes oftálmicas. Mientras en estas últimas el aire se interpone entre el medio corrector y el ojo, con las LC teóricamente se ha formado un único sistema óptico continuo. Actualmente están fabricados de material polimérico y se presentan bajo la modalidad de semirrígidos o gas permeables (RGP), blandos, híbridos, terapéuticos o cosméticos, entre otros.
Los polímeros para la fabricación de los LC son macromoléculas en cadena cuyos eslabones son los monómeros unidos entre sí en el proceso de la polimerización. Los polímeros en las LC, tanto en las blandas hidrófilas o de hidrogel como en las semirrígidas consisten en cadenas poliméricas de enlaces carbónicos de las que penden radicales, predominando los radicales hidrófilos en las lentes hidrogel y los radicales hidrófobos en las lentes semirrígidas.
En contraste, las lentes de silicona, son materiales flexibles y elásticos, que consisten en cadenas poliméricas formadas por enlaces alternantes de oxigeno y silicio, de las cuales penden radicales hidrófobos. Las propiedades fisicoquímicas y fisiológicas de las LC dependen de la composición de la cadena polimérica y de los radicales que de ella penden, por lo que existe una gran diversidad de modelos en el mercado.
Los avances tecnológicos en los diseños y estructuras de los lentes de contacto le permiten al óptico-optometrista ofrecer soluciones a, prácticamente, todos los pacientes con ametropías, cubriendo un abanico de potencias hasta 20 o 25 dioptrías para miopías e hipermetropías, hasta 7 o 9 dioptrías de astigmatismo y los pacientes présbitas o con vista cansada.