La llegada de la primavera trae consigo un aumento en las horas de sol, así como un incremento en el tiempo que pasamos realizando actividades al aire libre. Esto conlleva un gran número de beneficios, pero el exceso de luz tanto natural como artificial y una sobreexposición a la claridad y deslumbramientos provocados por los rayos lumínicos del sol pueden llegar a provocar a todas las personas ciertas situaciones incómodas y molestas, sobre todo si no se realiza una adecuada protección ocular. Cuando esta molestia es anormalmente elevada lo denominamos fotofobia. En este sentido, conocemos por fotofobia a aquella sensibilidad y/o intolerancia extrema a la luz que provoca molestias visuales de origen multifactorial y que puede derivar en problemas más graves en determinados casos.

Son muy diversos los síntomas asociados que pueden presentar las personas que padezcan este problema, como por ejemplo dolores de cabeza, migrañas, fatiga visual o parpadeo en exceso. También pueden ser visibles una cierta irritación persistente, visión borrosa y necesidad de entrecerrar los ojos de manera continua, incluso tener sensación de mareo y náuseas.
No suele ser considerada como una enfermedad pero si se debe analizar su etiología por si estuviera asociada a alguna patología.
¿Por qué aparece la fotofobia?
Debemos tener en cuenta una gran diversidad de causas que hace que una persona la padezca. Las propias características oculares de la misma pueden suponer una mejor o peor visión en ambientes muy iluminados, sobre todo si se produce una sobreexposición a las fuentes de luz, como puede ser en labores profesionales donde se fije la visión en monitores o pantallas digitales un gran número de horas.
Además, puede ser más frecuente en personas con ojos claros, ya que poseen una menor pigmentación en el iris que permite pasar mayor cantidad de luz frente a otros más oscuros. Es también el caso de las personas con albinismo, que presentan una sensibilidad ocular a la luz extrema. Además, también se suele dar en personas con pupilas muy grandes ya que la entrada de luz a la retina es mucho mayor.
Las enfermedades relacionadas con el sistema nervioso y las lesiones o infecciones en los ojos también juegan un papel muy importante en el ámbito de la fotofobia. Este tipo de daños o patologías oculares contribuye a que la sensibilidad a la luz sea mayor, como por ejemplo en casos de uveítis (inflamación interna del globo ocular), abrasiones oculares o incluso en usuarios de lentes de contacto que puedan haber sufrido daños o edemas por higiene deficiente o uso inadecuado.

La sensibilidad lumínica también puede aparecer como efecto secundario por el consumo de ciertos medicamentos que inciden de forma directa en el sistema nervioso. Es también el caso de ciertas drogas, que suelen dilatar de manera artificial la pupila.
Otro tipo de personas que pueden presentar también como efecto secundario una mayor sensibilidad en espacios o situaciones con una intensidad lumínica alta son las que han pasado por cirugías oculares para solucionar algún problema de tipo patológico o refractivo.
¿Cómo evitar o reducir esta hipersensibilidad lumínica?
En primer lugar, si notamos que la luz tanto natural como artificial origina molestias en nuestra visión, es fundamental acudir al profesional de la visión óptico-optometrista para confirmar o descartar la posibilidad de que esta sensibilidad pueda ir asociada a otras causas.

A continuación, puedes observar una serie de recomendaciones útiles que pueden ayudar a minimizar esta fotofobia o prevenir sus síntomas:
- Controla la iluminación de las pantallas de los dispositivos digitales para que no den lugar a deslumbramientos o destellos, como pueden ser televisores, tablets, monitores o teléfonos móviles.
- Evita mirar directa o indirectamente al sol o a superficies y paredes claras, en especial en jornadas muy soleadas y en horas centrales del día.

- Utiliza gafas de sol polarizadas homologadas al realizar actividades al aire libre aun cuando la intensidad lumínica no sea excesiva, que ocupen toda la zona ocular, y siempre adquiridas en establecimientos sanitarios de óptica con el control y prescripción del óptico-optometrista.
- Existen un tipo de cristales graduados fotocromáticos, que se oscurecen y aclaran a medida que la luz incide en el cristal, ayudando a su usuario a ver con mayor comodidad y sin destellos en cualquier situación.
- También es posible utilizar gafas con filtros lumínicos en interiores, sobre todo cuando la fotofobia es muy acusada. Consulta a tu optometrista por el catálogo de filtros terapéuticos específicos.
- Evita las luces fluorescentes para interiores, eligiendo bombillas de bajo consumo o leds de variante cálida. También puedes hacer menos luminoso el ambiente bajando persianas y cortinas y regulando la intensidad de las bombillas.
- Usa sombreros y gorras al aire libre.

- El consumo de alcohol y cafeína puede fomentar la fotofobia por su estimulación central sobre el nervio trigémino que está relacionado directamente con la hipersensibilidad ocular.
- La vitamina B12 ayuda a paliar las molestias de fotofobia y la sensibilidad a la luz. Los alimentos con mayor fuente de vitamina B12 son el marisco, las almejas, mejillones y ostras, el hígado de cordero, vaca o ternera, la yema de huevo de gallina, el pulpo, la caballa, la carne de vacuno, el queso suizo y productos lácteos (como el yogur).

Jorge L. Maguilla Aguilar
Óptico-Optometrista
Colegiado COOOA 3.337
