Son múltiples los estudios que esclarecen cómo incide el consumo de tabaco en nuestra salud y que afecta diferentes órganos del cuerpo humano, incluso a los ojos. ¿Hasta qué punto puede afectar este hábito al funcionamiento ocular? ¿A qué problemas visuales puede estar más expuesto un fumador?
El tabaco está compuesto por sustancias nocivas que motivan una aceleración en el envejecimiento de la retina y provoca el deterioro progresivo de la capacidad visual. Por ejemplo, la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) es uno de estos trastornos que pueden aparecer de manera más prematura debido a este hábito. En este sentido, el humo originado al fumar afecta directamente a la mácula, zona central de la retina y produce una pérdida de visión central. Esto hace que la visión se vuelva borrosa y las imágenes aparezcan distorsionadas.
Además, se ha demostrado que el tabaquismo aumenta las probabilidades de sufrir cataratas y de que esta patología incida con mayor gravedad. Su aparición se origina por la disminución de antioxidantes y nutrientes, como consecuencia del humo, que deteriora y oxida el cristalino y hace que este pierda esa característica transparencia.
Las consecuencias negativas que están asociadas tanto a fumadores como a fumadores pasivos también aparecen en una de las estructuras más sensibles como es el nervio óptico, cuyo principal problema reside en una pérdida de la visión de manera progresiva. Su síntoma inicial es la aparición de visión borrosa en el centro de la imagen. A medida que la patología avanza, se va perdiendo la capacidad para distinguir detalles de forma nítidas a distancias cortas. Además, ambos ojos se ven implicados e incluso pueden existir problemas al percibir los colores de manera adecuada.
El tabaco además puede agravar diferentes patologías oculares como el glaucoma y enfermedades como la blefaritis y la conjuntivitis. El humo puede irritar la superficie ocular. Esto es porque incide directamente en la lubricación natural, empeorando problemas como el ojo seco, afectando a la calidad y agudeza visual.
En el caso de las mujeres embarazadas fumadoras, tenemos que destacar la conocida como retinopatía del prematuro, un trastorno ocular que pueden padecer los niños y niñas que han sido dados a luz antes de su completo desarrollo, que provoca que los vasos sanguíneos crezcan anormalmente dentro de la retina y que puede generar ceguera. Otros posibles efectos de una madre fumadora sobre el bebé es que aumenta la probabilidad de padecer errores refractivos como la miopía o el astigmatismo.
Por su parte, las personas que sufren diabetes y son fumadores también pueden presentar mayores daños en los vasos sanguíneos de la retina. Esto puede aumentar la posibilidad de desarrollar retinopatía diabética, que puede traducirse en visión borrosa, aparición de moscas volantes o disminución progresiva de la visión.
El humo y las sustancias nocivas en sangre originadas por el consumo del tabaco pueden afectar también a la capa intermedia del globo ocular o úvea, provocando que esta se inflame. Este trastorno lo conocemos por uveítis, y sus principales síntomas están relacionados con el enrojecimiento de los ojos, dolor ocular, sensibilidad lumínica y visión borrosa.
En este sentido te aconsejamos abandonar esta nociva práctica si eres persona fumadora y recordamos la importancia de acudir periódicamente a las revisiones con el óptico-optometrista, profesional sanitario encargado de salvaguardar la salud visual de la población. A través de una evaluación es posible detectar prematuramente este tipo de problemas visuales y evitar que su gravedad aumente. ¡Acude a tu óptico-optometrista y déjate aconsejar!
Jorge L. Maguilla Aguilar
Óptico-Optometrista
Colegiado COOOA 3.337